22 mayo 2008

Instituto Santa Irene

Recuerdo el olor de los libros nuevos, el olor a imprenta. Casi nunca subrayaba aquellos párrafos, pocas veces los abría completamente, para que retuvieran ese olor y esa blancura. Y al terminar el curso, muchos de ellos estaban casi nuevos.
Las aulas eran grandes, blancas. Desde el fondo —nos sentaban alfabéticamente— podía ver a todos mis compañeros y aquel encerado que los profesores se empeñaban en llenar de fórmulas, de frases en latín, de conjugaciones, de historia; nosotros lo hubiéramos llenado de sueños, de risas, de canciones, de recreo. Me acuerdo de la alegría al oír el timbre, el final de la clase; las prisas al bajar las escaleras, los atropellos en la puerta principal.
La profesora de Historia del Arte era rubia, habladora, menuda, y disfrutaba con los frisos, con las bóvedas, con las plantas de cruz latina. Con el profesor de Francés descubrí el Ricard, oui, monsieur. En la clase de Filosofía nos repetía un señor pequeño y activo: Excusa no pedida, acusación manifiesta; y nos habló de un lugar en el que se practicaba el amor libre, algo tan ajeno a todos o a muchos de nosotros.
Este instituto se construyó con el dinero donado por José Policarpo Sanz y el proyecto es del arquitecto Antonio Cominges Tapias. http://centros.edu.xunta.es/iessantairene/

3 comentarios:

Anónimo dijo...

yo también estudié en el Sta Irene!! Pero ya en estos días, cuando las paredes estaban pintadas a parches y el tejado y las persianas se caían por falta de presupuesto. Las fuentes de las ranas ya no tienen ranas.

Ojalá algún día se preocupen más por este magnífico edificio... era una maravilla

jj dijo...

Los mejores recuerdos de mi infancia y adolescencia, allá por los finales de los 50 y principios de los 60, están asociados al Santa Irene.
JDM

ridelgon dijo...

Mi recuerdo del Santa Irene va unido a las clases/torturas del chino y a las ininteligibles de Lareo. Viniendo de un instituto mixto como era La Guía, me parecía volver hacia atrás, pero esto es una sensación, que como todas las sensaciones es subjetiva. Mi mejor recuerdo es el de las clases de literatura que daba una profesora canaria, Doña Cecilia, apodada muy acertadamente "La Selestina".