10 junio 2008

Puerto de Vigo

A veces parece que vagamos por una ciudad sin rumbo. Vamos por una calle, giramos caprichosamente por otra, nos detenemos a admirar la cornisa de un edificio o nos agachamos a examinar una mancha de alquitrán en la acera que nos recuerda a cierto cuadro que admiramos. Observamos las caras de la gente que pasa junto a nosotros intentando imaginar su vida interior, entramos en un restaurante barato para comer, salimos otra vez y continuamos nuestro camino en dirección al río (si la ciudad tiene un río) para mirar cómo navegan los veleros o contemplar los grandes barcos anclados en el puerto; tal vez cantando para nosotros mismos mientras andamos, tal vez silbando, o tal vez intentando recordar algo que hemos olvidado. A veces caminamos por la ciudad y nos parece que no vamos a ninguna parte, que buscamos una forma de matar el tiempo y que sólo nuestra fatiga nos dirá dónde y cuándo detenernos.

La invención de la soledad, Paul Auster.

No hay comentarios: