Hice castillos de arena, y el mar se los llevó todos. Mar adentro van el cubo y la pala, también, más allá de la Ría de Vigo. Después escribí tu nombre y el mar me devolvió tus besos, besos de espuma, que me mojaron los pies. Más tarde, la ola. Aquella ola que no vi, que me envolvió y se llevó mi bañador. Al atardecer, el mar me trajo una caracola. En ella guardo todos estos recuerdos. Pero, aquel día… ¿qué guardé aquel día?
13 mayo 2008
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